Nuestra Señora de Santa María de la Mesa de Utrera

Escrito por Antonio Cabrera

Cada año, su gloria de un día dura menos que la flor del cerezo, sin embargo su vigencia es eterna, tan eterna como la propia Utrera. 
Ni el patronazgo de Utrera de la Virgen del Rosario de los dominicos (1583) ni el de la Virgen de las Veredas de los franciscanos (1605) ni el primer milagro de la Virgen de Consolación de los mínimos (1558) ahondan tan profundamente sus raíces en el suelo mostachonero. 

La historia de la Virgen de Santa María de la Mesa se confunde con los orígenes de un hospital medieval del mismo nombre, situado en una calle aledaña –a la Parroquia Mayor-, hoy Sor Marciala de la Cruz (antigua Montamarta), donde residió muchos siglos tan peregrina imagen, y también con la propia nascencia del gran templo del mismo título, al que pasó –tan egregia efigie- en la segunda mitad del convulsivo siglo XIX. 
Como curiosidad, el mismo título parroquial tiene la de Santa María de la Mesa de la bella población de Zahara de la Sierra, al parecer, llevado allí por miembros de la familia Arias de Saavedra de Utrera, durante la Reconquista... 

Es una imagen, según los expertos, gótica del siglo XIV, sedente de madera policromada en su momento, mutilada para vestirla y ponerla de pie con metro y medio de altura. Desgraciadamente, fue una práctica común en muchos casos de nuestra iconografía ancestral. Sin embargo, su rostro noble de antigua estirpe aunque pueda parece inexpresivo, como dijo el pregonero de las glorias de este año, Salvador de Quinta, es enigmático y sus grandes ojos a muchos les hechizan como un imán. 

Cuentan los viejos papeles que la Virgen vivía, en una pequeña capilla (que se conserva hoy como casa particular), rodeada de mujeres pobres naturales del lugar, servidas por seis ermitaños o enfermeros de hábito pardo. Después tuvo cofradía a la que perteneció el mismísimo Rodrigo Caro en el siglo XVII, a la que calificó de muy antigua. Normalmente, el nosocomio fue administrado por curas beneficiados pertenecientes al extenso clero parroquial. 

Como Asunta de Utrera que es no lleva Niño y celebra su festividad, desde tiempo inmemorial, en la mañana luminosa del quince de agosto. 

Ráfaga argéntea barroca labrada
entre 1699 y 1702 // A. CABRERA
Esta gran festividad mariana estuvo bien dotada por sus devotos de manera que el Marqués de la Cueva del Rey (1712) dejó 204 reales y 22 marevedíes anuales para el traslado solemne de la Virgen desde la Parroquia, en la tarde del 15 de agosto, al hospital. Así como Diego José Ramos de Rota (1759) dejó 800 reales anuales para que se auxiliaran a las mujeres indigentes y se celebrara una misa cantada solemne (por 20 reales) en su festividad cuando se encontrara en la Parroquia. 

De igual modo, su ajuar era muy rico, teniendo incluso un paso con tumbilla, que hoy perdió, y numerosos enseres y alhajas. Podemos imaginar el mimo que le tendrían a la Virgen aquellas mujeres pobres que convivían con Ella bajo el mismo techo. De lo que tuvo, se conserva una ráfaga argéntea barroca con dieciséis puntas (ocho a cada lado) o placas de plata (como media luna), gracias al empeño del cura administrador Diego de Cortegana Bexines, que fue labrada por un orfebre anónimo, entre 1699 y 1702, y que sirvió de modelo –según la tradición- para realizarle una similar a la Virgen del Rocío, Patrona de Almonte. Como indagación, en este siglo XXI, aún podemos observar, en la calle Sor Marciala, un azulejo sobre el nuevo edificio que ocupa el mismo solar del nosocomio y que debemos de suponer es de finales del siglo XVII, al no figurar aún la mencionada ráfaga y estar flanqueada la imagen de la Virgen de la Mesa por dos columnas salomónicas propias del estilo barroco del momento. 

Detalle de la Media Luna de
Ntra. Sra. del Rosario del
mismo templo parroquial // A.C
Respecto a la magnífica media luna del barroco tardío y rococó de argénteo metal que luce, hoy en día a sus pies, no pertenece a esta arcaica imagen, si no a la Virgen del Rosario del mismo recinto sagrado. En dicha pieza figura: “ESTA MEDIA LUNA SE HIZO A SOLICITUD DE LOS SS. D. LUCAS MONTESDOCA I D. (…)SEHP THAMARIZ, PRESBITEROS. AÑO 1776”. 
Aparte, sale con una corona de plata que según la tradición fue dádiva de la familia Matienzo en el primer tercio del siglo XX. Y poco más posee “la pobre”, salvo alguna que otra prenda de vestir de escaso valor aunque añeja para nosotros. 
La virgen no lleva niño por su
condición de imágen asuncionista.

Otra cuestión que a veces nos podemos plantear es la confusión de muchas personas al llamar a la Virgen de la Mesa (titular de la Parroquia) como Virgen de las Veredas (antigua titular del convento franciscano en sus dos históricas ubicaciones y antigua Patrona de Utrera). 
Ambas se encuentran hoy en Santa María. Una sale todo los años como siempre y la otra, muy esporádicamente. Ésta última ha sido reubicada recientemente en la nave de la Epístola junto al Sagrario, que es un lugar más acorde con su historia que el anterior, cuando estaba entronizada en un retablo dorado pequeño, aunque de gran valor, adosado al coro. 

En nuestra modesta opinión, este galimatías con los nombres se puede deber a que hubo una época en que ambas imágenes celebraban su festividad el mismo día, es decir, el 15 de agosto. Una en el Porche y alrededores, la otra en la explanada del convento seráfico allá donde hoy está el cementerio, con sus andas de plata, sus frailes y su hermandad propia, conocida como la de los Pastores. 

En 1613 ganó un pleito para que su procesión del
15 de agosto fuera la única de la jornada // A.C.
Cuenta el historiador local Juan del Río que en 1613, hubo pleito por esta coincidencia, de manera que fue obligada la comunidad franciscana a retrasar dicha celebración al primer domingo dentro de la octava. Puede que tantos años celebrando su fiesta las dos imágenes antiguas y góticas en el mismo día o en la misma semana, trajera consigo que los padres al transmitir la información a sus hijos se confundieran: “anda niños, levantaos tempranito que tenemos que ir a ver a la Virgen de…”. La gente de entonces –escasamente formada- poco sabía de advocaciones y pleitos y mucho de respeto y temor de Dios. 

Los devotos asaetean a la Virgen
con sus rezos, tres avemarías y
sus tres deseos // A.C
Tampoco se quedaron los curas de Santa María quietos cuando vieron que la prerrogativa de su titular nuevamente era puesta en peligro por Nuestra Señora de la Alegría de la capilla de la Vera Cruz de la Corredera (por el año 1816), en el susodicho día de la Asunción de Nuestra Señora. Nuevo pleito al canto en los tribunales eclesiásticos que dio como resultado la exclusividad y derecho de celebrar esta fiesta solo para Nuestra Señora de Santa María de la Mesa, que iconográficamente representa a la Asunción de la Virgen como sabemos. De Ahí que no aparezca con Niño Dios alguno como hemos dicho, aunque sí estuvo rodeada de varios Divino Infante en su nosocomio, cuya ropita tierna y maternalmente confeccionarían y cuidarían aquellas mujeres humildes y sencillas, como –en realidad- fue y es María, la Madre del Señor. 

En la gran explanada de la fachada principal del suntuoso templo y sin convocatoria alguna, se concentra todos los años una gran muchedumbre de personas pendientes de la Puerta del Perdón del Porche con su gran arco renacentista, para que a las nueve en punto de la mañana, se abra y aparezca tan peregrina y devota imagen, acompañada de un singular repique de campanas que se confunde con los acordes del himno nacional mezclados, a su vez, con los vítores y aplausos del gentío. Dentro de esa enorme explosión de júbilo, los devotos asaetean a la Virgen con sus rezos, por lo general tres avemarías, y con la petición de tres deseos en la confianza de que la Virgen le concederá uno de ellos. 

La vuelta de 360 grados, una costumbre
 traída de sevilla // A. C.
Esto último es costumbre reciente, probablemente, importada de la Patrona de la Archidiócesis, la Virgen de los Reyes, a la que se le practica la misma fórmula piadosa desde hace mucho tiempo. Del mismo modo, también últimamente, se le efectúa un giro –a las andas- en algunas de las esquinas del recorrido al modo sevillano de esta jornada. 
En nuestra modesta opinión, tanto el llamarle a esta imagen “la Virgen de los Tres Deseos” (como algunas personas están empeñadas) como estas novedades de vueltas de 360 grados realizadas por capataces y costaleros son costumbres modernas que en nada ayudan a conservar a la que podemos considerar la procesión utrerana más antigua, seguramente, más que la del propio Corpus. 

Terminamos, con un deseo que creo compartimos todos, que no es otro que sirvan estos apuntes para nuestra información, con el objeto de que respetemos al máximo nuestras tradiciones, transmitiéndolas como las hemos recibido, porque constituyen la máxima expresión y personalidad del pueblo de Utrera.

Redacción y Fotografías: Antonio Cabrera Rodríguez (@a_cabreraro)

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